La evaluación estará conectada con los objetivos que se establezcan para el proyecto en general y para el alumnado en particular. Será necesario apostar por un concepto amplio de evaluación que vaya más allá de la medición o valoración de la competencia o dominio de la lengua y que afectará al proyecto en su globalidad. Será un proceso con carácter continuo y formativo basado en revisiones periódicas del proyecto para mejorar su funcionamiento. El uso de otros instrumentos como el diario, las entrevistas o la observación externa, que permiten una evaluación más cualitativa y general del proceso de enseñanza-aprendizaje, serían recomendables a este nivel.
La evaluación del alumnado será tarea del equipo educativo asesorado, en su caso, por el Departamento de Orientación. Se podrán emplear diferentes tipos de evaluación recogidos en el Marco Común Europeo de Referencia:
- Evaluación inicial, procesual y final.
- Una evaluación continua e integradora inmersa en el proceso de enseñanza-aprendizaje del alumnado.
- Evaluación formativa / sumativa.
- Evaluación del aprovechamiento / evaluación del dominio.
- El uso de instrumentos de evaluación más tradicionales como controles, exámenes o pruebas que permiten valorar lo aprendido junto con otras técnicas e instrumentos, como las fichas de observación o el análisis de los cuadernos del alumnado, las listas de control, ….
Un capítulo especialmente importante será el ocupado por la autoevaluación como forma de reflexionar sobre los propios procesos de aprendizaje. Instrumentos de autoevaluación para el alumnado y también para el profesorado. Será una de las posibles alternativas para promover el desarrollo de la capacidad de aprender a aprender para poder continuar haciéndolo a lo largo de la vida. Para ello se considerará la posibilidad de un uso adaptado del Portfolio Europeo de las Lenguas.
En relación más directa con los contenidos que se incluyen en el proyecto, la evaluación de las materias implicadas en el proyecto bilingüe no distará mucho de la evaluación de estas mismas materias, ya que al impartir dichas materias lo que se pretende es que se alcancen unos objetivos previstos en la normativa vigente y la evaluación lo único que nos debe servir es para comprobar que efectivamente se han alcanzado dichos objetivos.
Un apartado importante dentro de la evaluación es el “tratamiento del error”. Los errores son debidos a una «interlengua», una representación simplificada o distorsionada de la competencia meta. Cuando el alumnado comete errores, su actuación concuerda verdaderamente con su competencia, la cual ha desarrollado características distintas de las normas de L2. Las faltas, por otro lado, se dan en la actuación cuando el alumnado (como podría ocurrirle a un hablante nativo) no pone en práctica adecuadamente sus competencias. Los errores y las faltas demuestran la voluntad que tiene el alumnado de comunicarse a pesar del riesgo de equivocarse; los errores son el producto inevitable y pasajero de la interlengua que desarrolla el alumnado; las faltas son inevitables en cualquier uso de la lengua, incluyendo el de los hablantes nativos. Por ello, seguiremos las siguientes recomendaciones para la evaluación de las áreas no lingüísticas (Nando Mäsch):
- Los contenidos del área no lingüística primarán sobre los resultados lingüísticos.
- La competencia lingüística en el idioma es un valor añadido que ha de ser recompensado.
- La falta de fluidez en la lengua extranjera no debe penalizarse.
No existe una metodología ideal, sino la combinación de prácticas didácticas empleadas tanto en idiomas, como en las áreas no lingüísticas. Siempre que sea posible, hay que emplear la lengua extranjera, siempre que sea necesario hay que recurrir a la lengua materna. Esta debe garantizar la terminología y el discurso específico, permitir la sensibilización de términos y expresiones, tratar temas que conlleven valores afectivos, elucidar los contenidos mientras el dominio del idioma sea escaso, garantizar la precisión y permitir una evaluación cifrada de los resultados obtenidos.
Otra propuesta que fundamental es que el profesorado de áreas no lingüísticas informe al profesorado de LE de sus anotaciones lingüísticas, para que exista la necesaria coordinación.