LA EXPEDICIÓN DE LOS ARGONAUTAS
Introducción, Frixo y Hele, Pelías y Jasón, Los preparativos de los Argonautas, El viaje de Argo, En las tierras de Cólquide, El trayecto de Argo, La vuelta a Yolco, Interpretación del mito de los Argonautas.
La expedición de los griegos al Cólquide, bajo el liderazgo de Jasón, es una
de las más importantes operaciones de los tiempos mitológicos dado que en ella
participaron los gruerreros más selectos de Grecia.
Poetas líricos como Píndaro,
se inspiraron en el mito de los Argonautas. Los tres grandes poetas trágicos
escribieron también inspirándose en la expedición de los Argonautas. Esquilo,
escribió las tragedias "Atamas", "Ipsipili", "Argo" y "Caviro". Sófocles
escribió las tragedias "Atamas", "Cólquides", Squite" y "Rimotomoi". De todas
estas obras no se conservó ninguna. De las obras de Eurípides
sólo se salvó la renombrada "Medea".
Hijos de Nefeli y Atamante que reinama en Orcómeno en Beocia. Atamante,
dejándose llevar por las insinuaciones de Ino (deseosa de echar a Nefeli y de
casarse con él) cedió a sus deseos, convirtiendo a Ino en su esposa y en una
mala madrastra para los niños. Su odio hacia ellos, la llevó a diseñar un plan:
convenció a las mujeres del lugar para que hornearan las semillas que se
almacenaban para la siembra. Tales semillas, como era de esperar, luego de
plantadas, no dieron fruto y cayó gran pobreza en la región.
Atamante envió
a sus emisarios a Delfos para consultar el oráculo y que los dioses decidieran
lo que debían hacer. Ino interceptando y sobornando a los enviados, debían
comunicar el siguiente augurio: que para que la tierra volviera a dar frutos,
era necesario el sacrificio de Frixo, al dios Zeus.
Entonces el pueblo se sublevó y pidió al rey que cumpliera con el oráculo.
Atamante cedió a la presión popular y Frixo se dirigía al altar de sacrificios
cuando su madre, Nefeli, les envió un cordero de dorado vellón.
Frixo y Hele
montaron en el lomo del animal que los llevó muy lejos de allí. Pasando por la
península trácica Hele se agachó para mirar algo, se mareó y cayó en las aguas
del Ponto, que desde entonces se llamó Helesponto (el mar de Ponto).
Frixo llegó solo a Cólquide, donde reinaba el rey Eeetes, hijo de Helios
y de la oceánide Perse, y hermano de la maga Circe. En este sitio sacrificó al
carnero en acción de gracias a Zeus
y pidió la protección de Eetes. El rey de Cólquide le casó con su hija y Frixo
le regaló el vellocino de oro (la piel del cordero). El rey lo colgó de un roble
en el bosque ofrendado al dios Ares
y puso un dragón y una enorme serpiente que nunca dormía para vigilarlo día y
noche.
En Yolco reinaba Pelías, hijo de Poseidón
y de Tiro, que astutamente había destronado a su hermanastro Esón. Esón,
temeroso de que su malvado hermanastro asesinase a su hijo Jasón, que era el
verdadero heredero del trono, le buscó refugio en la cueva del centauro
Quirón, en el monte Pelión y le confió su crianza y formación. El sabio Quirón
lo instruyó en las letras y en las artes de su época y llegado a una edad
adecuada, le envió a Yolco a reclamar sus legítimos derechos al trono.
El
apuesto joven, al cruzar el río Anauro perdió una de sus sandalias al ser
arrrastrada por la corriente. Cuando Jasón se presentó en Yolco con una
sandalia, el rey Pelías quedó muy desconcertado, pues un antiguo augurio del
oráculo le había advertido que alguien con una sola sandalia, que bajaría del
monte, le destronaría y mataría.
Cuando el sobrino de Esón pretendió la
corona que le pertenecía por derecho legítimo, el astuto Pelías afirmó entonces
haber visto en sueños a Frixo, que clamaba volver a su lugar de origen y pedía
lo mismo para el vellocino de oro, que estaban el Cólquide, en el reino de
Eetes. Rogó al joven Jasón que cumpliera con este vaticinio y dispuso la
construcción de una nave para emprender el viaje. Jasón debía organizar la
expedición con el fin de aliviar el alma de Frixo y cumplir su deseo. Pelías
prometió y juró por los dioses que a la vuelta de Jasón a Yalco, con el
vellocino de oro, le devolvería su derecho al trono.
Jasón aceptó la propuesta de Pelias y empezó a prepararse para el viaje.
Ordenó a Argo, arquitecto y constructor de navíos, la fabricación de una nave de
cincuenta remos. La embarcación resultó espléndida como ninguna otra de la
época. Gracias a un trozo de madera procedente del roble sagrado del oráculo de
Dodona, regalo de la diosa Atenea,
el navío podía hablar y tenía el don de la profecía. Era un barco muy veloz y
por eso se llamó Argo (Argos=rápido).
Mientras se dotaba la nave, el centauro
Quirón aconsejó a Jasón que enviara heraldos por toda Grecia
para invitar a los jóvenes más valientes y valerosos de aquellos tiempos a
participar en este largo viaje. Y así sudió, la tripulación de Argo, los
llamados Argonautas eran todos héroes e incluso hijos de dioses. Entre ellos
estaban Tifis, el timonero de Argo, Orfeo, el músico, los adivinos
Idmón y Mopso, Heracles, Hilas, Idas, Cástor y Plideuces,
Periclímeno, hijo de Neleo, y Peleo, hermano de Telamón y
muchos otros, que constituían la flor de la hombría y el heroísmo juntos.
Tras haber realizado un sacrificio en honor de Apolo,
los Argonautas embarcaron en la costa de Págasas, y se pusieron en marcha con
favorables presagios.
Su primera escala tuvo lugar en la isla de Limnnos,
habitadas sólo por mujeres, pues todos los hombres habían muerto. Los Argonautos
se unieron a las mujeres en espera a que ésas concibieran hijos varones y luego
partieron. Después de pasar por Samotracia, entraron en el Helesponto y llegaron
al reino de Cício, a la tierra de los Doliones, donde el rey y sus súbditos los
acogieron con hospitalidad. Se hicieron a la mar, pero los vientos les
regeresaron al mismo lugar.
Por un fatal malentendido, los Doliones no
reconocieron a los Argonautas, estos tampoco a los Doliones, y así se
enfrentaron en una lucha sangrienta, resultando muertos el rey Cícico y su
corte. Cuando los Argonautas se dieron cuenta del error era ya demasiado tarde.
Los hombres de los dos frentes, arrepentidos, honraron a los caídos.
En las
costas de Mísia, donde llegaron los Argonautas, las ninfas se apoderaron de
Hilas, el querido amigo de Heracles. Heracles y Polifemo fueron en su ayuda y el
viaje siguió sin ellos.
Al pasar por la tierra del adivino ciego Fineo, lo
liberaron de las temibles Harpías,
y él en agradecimiento les advirtió del peligro de las rocas Cianeas. Eran esas
unas rocas que al pasar entre ellas, chocaban entre sí convirtiendo en pedazos a
las naves que las cruzaban. Fineo les aconsejó que para saber si podían pasar o
no, soltaran una paloma; si ésta conseguía pasar el escollo, ellos también lo
harían, de lo contrario, que no se atrevieran. Al llegar a los escollos, los
Argonautas lanzaron uina paloma, que logró pasar perdiendo únicamente las plumas
de la cola; así cruzó también Argo, sufriendo sólo ligeros daños en la popa.
Después de muchas peripecias, Argo y su tripulación llegaron a las tierras
del rey Eetes.
Apenas llegado a Cólquide, Jasón visitó al rey Eetes y le habló de la orden
recibida por Pelías. Eetes aceptó entregarle el vellocino de oro, a cambio de
que, primero, puesiera un yugo, sin ayuda alguna, a dos toros de pezuñas de
bronce que despedían fuego por los ollares, que habían sido regalo de Hefesto
y que después arase el campo y sembrase algunos dientes de dragón que le
entregaría.
Medea, la hechicera, hija de Eetes, se enamoró locamente de
Jasón, y se ofreció a ayudarle, si Jasón la tomaba por esposa. Le entregó un
unguento mágico para cubrise el cuerpo y su escudo antes de que se enfrentara a
los toros. Este bálsamo lo haría invulnerable por un día, al fuego y al hierro.
Le advirtió además que los dientes del dragón apenas sembrados se convertirían
en soldados armados listos para acabar con él. Le aconsejó que lanzara una
piedra sin ser visto y de este modo por un malentendido sin saber nadie quién
había lanzado la piedra al otro, se matarían entre ellos.
Con el auxilio de
Medea, Jasón logró vencer los obstáculos. Pero Eetes no cumplió con su palabra,
antes bien trató de poner fuego a Argo y de liquidar a los Argonautas. Entonces
Jasón, contando siempre con el apoyo de Medea, durmió al dragón guardián, y
después de apoderarse, sin ser visto, del vellocino de oro, se dieron a la fuga
a toda prisa. Apenas el rey Eetes descubrió la fuga de Jasón y Medea y el hurto
del vellocino de oro, se lanzó a la persecución del Argo. Medea, para
retrasarlo, dio muerte a Apsirto, su hermano, que viajaba con ella, y empezó a
tirar al mar, uno a uno sus miembros. El infeliz Eetes, perdió un tiempo
precioso tratando de recoger las partes del cuerpo de su amado hijo, y de este
modo los fugitivos lograron alejarse definitivamente.
Mientras Eetes había anclado en alguna playa del Ponto Euxino para dar
sepultura a su hijo, el Argo siguió su camino. Pasó por el Danubio, que entonces
unía, se dice, el Ponto con el Mar Adreiático, subió por el Eridano (el Po) y
por el Ródano, junto a las tierras donde moraban los Ligures y los Celtas, se
adentró de nuevo en el Mediterráneo y cruzó cerca de la isla de las Sirenas.
Desde muy lejos se oía el canto embrujador de las Sirenas. En ese momento,
Orfeo, músico de Tracia, con su melodiosa lira y su carismática voz, se puso a
cantar de tan bello modo, que ninguno de los Argonautas se animó a corresponder
a la llamada de las Sirenas. Las nostálgicas melodías de Orefeo les hablaban del
hogar, de los seres queridos que les esperaban en la patria y sembró en sus
corazones el deseo del retorno.
Los Argonautas después de una larga
travesía, pasando por el reino de Circe, por los estrechos de Caribdis y Escila,
por la isla de Feacos y por las costas de Libia, llegaron a Creta,
donde tuvieron que enfrentarse al gigante Talo, el robot que había creado Hefesto.
La astucia y los hechizos de Medea neutralizaron las fuerzas de Talo, puesto por
el rey Minos para defender la isla e impedir las incursiones de forasteros.
Siguiendo su ruta por el Mar de Creta y tras enormes dificultades, cruzaron el Efeo y llegaron al fin a Yolco, trayendo consigo el codiciado vellocino de oro. Había llegado el momento en que Jasón debía reclamar al rey Pelías su legítimo derecho al trono. Pelías, que mientras faltó jasón había asesinado a todos los parientes de éste, se negó a cederle el trono. Así Jasón decidió refugiarse una vez más en los mágicos poderes y en la habilidad de su mujer. Medea logró introducirse en el palacio y convencer a las hijas de Pelías para que participaran en el asesinato de su padre creyendo que de este modo le devolvería la joventud perdida. A partir de este punto, son muchas las variantes que existen. Una de ellas narra que Jasón y Medea reinaron en Yolco y años más tarde concibieron un vástago, confiándole su educación al Centauro Quirón. Otra variante dice que se marcharon a vivir en Corinto, dejando el trono de Yolco a Acasto, el único hijo varón de Pelías.
Según los hechos de la remota época a la que se refieren, se llega a la conclusión de que hábiles marinos griegos hicieron una serie de proezas al mismo tiempo que describían el mundo con sus viajes, completando así sus conocimientos geográficos. El importante descubrimiento del Ponto Euxino, que hasta entonces se creía que era un mar (pontos=mar) y la difusión del helenismo en las regiones que éste bañaba, es lo que se deduce de los relatos del viaje y el itinerario de Argos.